Las Vegas es uno de esos lugares difíciles de explicar, por eso se hace necesario más que nunca usar fotografías. La primera sorpresa cuando llegas en coche, tras varias horas de atravesar el desierto, es que surgen edificios gigantes de la nada. Uno de los primeros y más grandes es dorado edificio del Hotel Mandalay Bay.

El centro, una avenida de un par de kilómetros, pero amplia y con poco tráfico durante el día, flanqueda de Hoteles de lujo, como porciones robadas de otros lugares del mundo.

Que nos encontremos en pleno desierto, a más de 40 grados durante el día, no quiere decir que no tengamos a nuestro alcance disfrutar de todo lujo, como un enorme parque acuático, piscinas con olas, etc.

Pero es de noche cuando Las Vegas comienza a vivir y a mostrar todo su color, intentando atraer hasta el último dolar de los visitantes.

Ni siquiera la amplia avenida central es capaz de digerir todo el tráfico de automóviles, taxis y limusinas en cuanto cae la luz.

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